La leucemia es un cáncer de los leucocitos, las células encargadas de proteger al organismo frente a las infecciones. Por ser este uno de los síntomas que puede producir el retrovirus más extendido entre la población felina, se le conoce como “virus de la leucemia felina” (VLFe). Este virus constituye un grave riesgo para los gatos domésticos, ya que además de contagioso, es responsable de un amplio abanico de enfermedades mortales, tanto cancerosas como no cancerosas. Aunque aún es mucho lo que queda por saber sobre su transmisión, desarrollo, evolución y tratamiento, conocerlo y prevenirlo son las claves para su control.
¿Qué es el VLFe?
El virus de la leucemia felina es un retrovirus, es decir, un virus que guarda su información genética como ARN.
Cuando invade una célula, realiza una copia de esta información en forma de ADN, que penetra en el núcleo de la célula invadida y se integra con su material genético. El virus pasa así a perpetuarse en el organismo infectado.
Existen otros retrovirus que también causan graves enfermedades en el gato, como el virus de la inmunodeficiencia felina (VIF), muy similar al virus de la inmunodeficiencia adquirida humana (SIDA).
El virus de la leucemia felina fue aislado por primera vez en los años 60, y afecta en todo el mundo tanto a gatos domésticos como a felinos salvajes.
En Europa, la prevalencia del virus en gatos sanos se estima entre un 1 y un 5%, mientras que en gatos enfermos aumenta a un 13-18%. No obstante, hay una gran variabilidad según los países y otros factores como el hábitat urbano o rural, o el tipo de vida (callejera o doméstica) que lleve el gato.
Las presencia del virus va desde el 18% de gatos sanos en Italia al 0,7% en Suiza, cifras que aumentan significativamente en el caso de gatos callejeros urbanos.
Un estudio realizado por investigadores ligados a la Universidad Complutense en el año 2000 estima en aproximadamente un 15% la prevalencia de este virus entre los gatos domésticos sanos del área urbana de Madrid.
¿Cómo se transmite?
A través de la saliva, las secreciones nasales, las lágrimas, la leche y es posible también que a través de la orina y las heces. Esto quiere decir que un gato positivo en VLFe podrá transmitir el virus a otros gatos por medio de las heridas causadas en peleas, y también compartiendo comida, agua y bandeja sanitaria, o al lamerle en sesiones de aseo mutuo. No obstante, se necesita un contacto muy íntimo y continuado entre un gato positivo y un gato negativo para que se dé el contagio, ya que el virus se inactiva con gran rapidez tras su liberación. También las transfusiones de sangre pueden ser un mecanismo de transmisión. Las madres pueden traspasar a sus hijos el virus antes del nacimiento o en el amamantamiento.
Dada la fragilidad del virus, es muy poco probable el contagio en clínicas veterinarias, exposiciones, cheniles de guarderías o protectoras, etc., etc.
Prevención
Existen vacunas para la prevención del VLFe. Como sucede con todas las vacunas, su eficacia no se puede asegurar al 100%, por lo que los veterinarios no suelen recomendar la convivencia entre gatos positivos y gatos negativos, aunque estos estén vacunados y la vacuna proteja con garantía a un porcentaje muy alto de gatos. La mayoría de los veterinarios recomienda también vacunar contra el VLFe a todos los gatos, especialmente aquellos que tienen acceso al exterior, pero también a los que no salen de casa.
¿Qué ocurre cuando un gato negativo entra en contacto con el virus?
Si el gato no está vacunado y entra en contacto con el virus de la leucemia felina, no siempre quedará infectado. Como ocurre con cualquier otro virus, el organismo puede reaccionar y evitar la infección o no tener éxito y contraerla, dependiendo de factores tales como el estado del sistema inmunológico, la edad del gato, la cepa del virus o la severidad de la exposición. La infección ocurre con mayor frecuencia en gatitos muy jóvenes o muy mayores, o en gatos de cualquier edad con las defensas debilitadas por enfermedad, medicación o estrés. Los gatos adultos con un sistema inmunológico saludable son los más resistentes al virus.
Tras la exposición al virus, pueden ocurrir tres cosas distintas:
- Inmunización. Aproximadamente un tercio de los gatos expuestos al VLFe desarrollan inmunidad frente a él (la proporción aumenta considerablemente en el caso de adultos sanos). Puede que estos gatos sufran un proceso de fiebre, letargo y apatía durante unos días, una “viremia transitoria”, pero finalmente el virus será eliminado de su organismo. Estos gatos pueden dar positivo en los tests durante unas cuantas semanas, al cabo de las cuales los resultados serán negativos. Por esta razón es conveniente confirmar cualquier positivo en un test de leucemia al cabo de 6 a 12 semanas.
- Latencia. En otro tercio de los gatos expuestos, el virus se eliminará de la sangre y la saliva, pero quedará acantonado o secuestrado en la médula ósea o en algún otro órgano. En cualquier momento, especialmente en situaciones de estrés o inmunodepresión, el virus se puede reactivar, aunque también cabe la posibilidad de que esto no ocurra nunca y el gato viva una vida completamente normal, e incluso puede que el gato elimine el virus definitivamente al cabo de varios años. Estos casos de infección latente no se detectan con los tests más habituales y disponibles en las clínicas veterinarias, aunque existen pruebas capaces de identificarlos.
- Infección. Otro tercio aproximadamente de los gatos expuestos quedará permanentemente infectado por el virus. En estos casos, el gato sufrirá unos días fiebre, letargo y apatía, y después se recuperará, como en el caso de las viremias transitorias. Pero el virus habrá conseguido instalarse en su organismo. Durante un periodo que puede durar varias semanas, meses o incluso varios años (el 50% de los gatos estarán sanos a los dos o tres años, y el 15% lo estará todavía a los cuatro años de la infección), el gato podrá llevar una vida normal y no sufrirá ninguna enfermedad. Sin embargo, la mayor parte de los gatos infectados desarrollará al cabo del tiempo enfermedades relacionadas con el VLFe.
¿Cómo se identifica la presencia del virus?
Existen tests de distintos tipos para comprobar si un gato está infectado con el VLFe. Realizar estas pruebas es importante en caso de que se vaya a introducir un nuevo gato en una casa donde haya otros gatos residentes por el riesgo de contagio, y también cuando no haya más gatos para poder responder con rapidez a los problemas de salud que se presenten en caso de que el gato haya contraído el virus. El test debe realizarse por tanto a todos los gatos susceptibles de haber estado expuestos al virus, especialmente aquellos de origen desconocido (recogidos de la calle o de una protectora, comprados en una tienda, nacidos de gatas “de exterior”…). Es importante confirmar tanto los positivos, repitiendo el test al cabo de varias semanas o con otro método diferente, como los negativos en el caso de gatos que presenten sintomatología que pueda estar relacionada con el virus de la leucemia felina.
- ELISA (prueba de inmunoabsorción enzimática). Es el test que se utiliza habitualmente en las clínicas veterinarias. Se realiza en una muestra de sangre del gato (no hay suficiente fiabilidad en muestras de saliva o lágrimas). Este test detecta la presencia de antígeno en la sangre, y puede identificar estadios iniciales de la infección, cuando el gato todavía es capaz de eliminar el virus. Por lo tanto, como no da indicación de si se trata de una viremia transitoria o permanente, un positivo en ELISA deberá confirmarse al cabo de varias semanas.
- IFA (inmunofluorescencia directa). Analiza la presencia de antígeno en las células infectadas (linfocitos y plaquetas). Detecta la presencia del virus cuando la infección es ya irreversible, por lo que suele utilizarse para confirmar positivos en ELISA, y no es eficaz para identificar los primeros estadios de la infección.
- PCR (reacción en cadena de la polimerasa). Detecta de modo directo el ADN del virus integrado en las células invadidas, en muestras de sangre, médula ósea y otros tejidos. Es una técnica de gran utilidad para detectar infecciones latentes, que pasan desapercibidas con los otros dos métodos. Como contrapartida, es más complejo de llevar a cabo y no se encuentra disponible tan ampliamente con el test ELISA.
Síntomas relacionados con el VLFe
Existe gran variación en la respuesta de los gatos a la infección con el VLFe. Hay una gran diversidad de problemas crónicos y enfermedades relacionadas con la presencia del virus, como inmunosupresión, anemia o linfomas. Algunos gatos puede permanecer asintomáticos durante años, y la frecuencia y gravedad de los síntomas cuando se presenten es muy variable. Aunque algunos desarrollan rápidamente graves enfermedades, otros pueden vivir con muy buena calidad de vida durante meses o años con el cuidado y los tratamientos sintomáticos adecuados. Algunos de los trastornos más comunes son:
- Fiebre, letargo, inapetencia, pérdida de peso.
- Infecciones oportunistas víricas, bacterianas y parasitarias.
- Enfermedades de la sangre (anemias)Linfomas y leucemia
- Enfermedades dentales y bucales (gingivitis, estomatitis…)
- Enfermedades oculares (uveitis…)
- Trastornos digestivos, respiratorios, renales, neurológicos, reproductivos, dermatológicos…
Tratamientos
Lo esencial para cuidar a un gato positivo en el VLFe es protegerle de la exposición a otras enfermedades, asegurar una buena nutrición, vacunarle regularmente contra otras enfermedades, evitar situaciones de estrés, controlar los parásitos internos y externos y el tratamiento temprano de cualquier síntoma que aparezca.
Aunque no existen tratamientos específicos para la leucemia felina, algunos medicamentos, como el interferón y otros inmunoestimulantes pueden ser de utilidad para mantener el sistema inmunológico del gato en buen estado. El veterinario indicará los tratamientos apropiados para los distintos síntomas y enfermedades que puedan presentarse.
Convivir con un gato positivo en el VLFe
Los gatos positivos en el virus de la leucemia felina pueden vivir entre varios meses y varios años. Aunque hace años se recomendaba la eutanasia para los gatos positivos, no hay ninguna razón para hacerlo cuando estos gatos pueden vivir largos periodos de tiempo sin presentar ningún síntoma. La adecuada colaboración de dueños y veterinarios puede también ayudar a mantener una buena calidad de vida cuando comiencen a presentarse problemas. Hay que tener en cuenta, no obstante, que no es conveniente que convivan con gatos negativos y tampoco que tengan libre acceso al exterior. La única razón de estas recomendaciones no es evitar la transmisión del virus, sino también prevenir el peligro de que contraigan enfermedades o parásitos que comprometan su delicada situación.
Tras décadas de investigación, no se ha encontrado evidencia de que el virus de la leucemia felina pueda transmitirse a especies no felinas, como los humanos o los perros. No obstante, se recomienda que los gatos positivos no convivan con personas con problemas inmunológicos, como es el caso de portadores del virus del SIDA.
Contribución de Marta González